miércoles, 6 de abril de 2011

Mi losa


Mi espera pesa como Cactus cuando decide echarse la siesta en mis pies. Como una pequeña losa que te los entumece. Los niños gritan como si les fuera la vida en cada juego en las calles del barrio. Pero ellos no tienen losa. Yo sí. Podría deshacerme de ella pero no sería lo mismo. En el fondo me gusta. Porque si no la tuviera..tendría que empezar de cero. Y éso da miedo. Mucho. Y pereza. Uff..cuánta pereza. Mi losa tiene nombre y apellidos pero nunca habla. No sabe, es una losa. Los niños si hablan. Yo hablo. La tele habla. Hasta Cactus habla! Pero no mi losa. Quizá por éso no molesta..aunque pesa. Demonios, otra vez la pregunta ¿Qué hago con la losa? ¿La tiro? Es MI losa, le tengo MÁS cariño que a todas las cosas (juntas), y si pienso MUCHO y FUERTE, quizás, entonces, pudiera empezar a hablar. Pero es FRÍA. Y NO ME TOCA. Sólo se limita a estar ahí, encima, postrada, pesando sobre mí. Qué carga más grande!!!! (La de mi losa). ¿Querrá mi losa ser suelo? Yo quiero ser zapatitos de salón.

1 comentario:

  1. Iba leyendo tu prosa y aun sin llegar al final me preguntaba cómo cerrarías la narración, y llego al final y no pude hacer otra cosa que echarme hacia atrás en el sillón y alzar las manos al aire tal como lo haría un bicho que logra vivir un día más.

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