lunes, 3 de octubre de 2011

Arena

Los ví y pensé que quería éso en mi vida. Los escuché y pensé que nadie en el mundo podía ser más feliz. Miré a mi alrededor y me dí cuenta que era la única persona que estaba sola, en aquella mesa. A mi cabeza vinieron mis rasgos, mi falta de curvaturas y todas aquellas carencias que, verdaderamente, no lo son. Y al volver, no pude sumirme sino en la más absoluta tranquilidad, en la más absoluta confianza. Y prometo, demonios, que no sé por qué.

2 comentarios: